martes, 25 de agosto de 2009

LA SOLEDAD DE RUDOLF.

Comienza un nuevo día. Lo sé porque los seres que viven conmigo ya están empezando a salir de su letargo nocturno. Durante la noche apenas se les oye. Ni a ellos ni ningún otro sonido. Todo en calma. Una calma que a ratos me resulta exasperante. En cuestión de minutos unas cuantas manos acarician mi lomo; arriba y abajo, hasta llegar a mi cola, y vuelta a empezar. No dura mucho. Estos seres siempre van con prisa. Caricias, desayuno rápido, ruido de agua cayendo, y antes de que pueda darme cuenta, estoy otra vez solo con mi soledad. Hasta que la luz del día no desaparezca, seré el único habitante del lugar.
Ejercito un poco mis patas. Corro por el pasillo; apenas unos pasos. Llego al final y vuelta atrás. Me subo a la mesa que hay cerca de una de las ventanas. Puedo ver un trozo del mundo. Ahí afuera más seres como los que viven aquí se mueven aprisa de un lado para otro. No veo a nadie que se parezca a mí. Igual soy el único de mi especie. Al menos en este lugar es así. Si hubo otros antes que yo, no dejaron huella. Después de mirar un rato a través del cristal, como un poco y me acurruco en mi sofá preferido. Cuando duermo el tiempo pasa más deprisa. Cuando duermo mi soledad se diluye en mis sueños. Cuando duermo sueño que vivo con otros como yo, como cuando vivía con mamá y mis hermanos. El sueño pasa. Vuelvo a despertar y ahí sigue; mi soledad no tiene intención de abandonarme hasta la noche.
Los últimos rayos de luz dejan el cielo. Todo negro. Oigo la puerta que me retiene y entran los seres que salieron hace unas horas. Me acarician; arriba y abajo. Sonido de agua, cena rápida, otros sonidos que provienen de una caja que lanza muchas imágenes, y otra vez, antes de lo que me gustaría, estoy otra vez solo. Otra silenciosa noche me aguarda. Así día tras día.
Me llamo Rudolf. Soy un gato y desde hace varios años, no recuerdo muy bien cuantos, vivo sin mis hermanos ni mi madre ni ningún otro ser de mi especie. Sólo con mi soledad. Me gustaría tener un compañero de fatigas con el que compartir mi tiempo.
¿Imaginas vivir la mayor parte de tu vida encerrado entre cuatro solitarias paredes? Me gusta ser un animal de compañía, pero ¿quién me acompaña a mí en los momentos en que no están a los que se supone que yo acompaño…?

No hay comentarios:

Publicar un comentario